Damos en amor, en libertad y en obediencia sabiendo que nuestros diezmos y ofrendas son para la obra de Dios, para predicar el evangelio, para ayudar al necesitado y para que en la casa de Dios no haya falta de ningún bien.

“Traed todo el diezmo al alfolí, para que haya alimento en mi casa; y ponedme ahora a prueba en esto —dice el Señor de los ejércitos— si no os abriré las ventanas del cielo, y derramaré para vosotros bendición hasta que sobreabunde.” Malaquías 3:10

“Cada uno debe decidir en su corazón cuánto dar; y no den de mala gana ni bajo presión, porque Dios ama a la persona que da con alegría.” 2 Corintios 9:7 (NTV)

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